domingo, 5 de agosto de 2012

CASTIGO A LOS YA CASTIGADOS

Editorial del programa Con Vós del 5 de agosto de 2012

El 22 de junio de 1958, mi padre Gerardo, mi madre Carmen - ambos de treinta y tres años -, y yo - de diez -, arribábamos al puerto de Buenos Aires en el vapor Monte Udala. Al día siguiente, mi padre comenzó a trabajar y yo, a concurrir a la escuela pública y gratuita; mi madre, esa misma semana empezó el aprendizaje de la confección de cuellos para camisas y al poquito tiempo se dedicó a esa actividad laboral.
Habíamos llegado a un gran país, al que siempre querremos y agradeceremos.
Durante esa década y la anterior, arribaron a la Argentina cientos de miles de españoles en las mismas condiciones que nosotros. Una amplísima mayoría de ellos se destacó en las más diversas actividades del país: comerciales, empresariales, culturales, educativas y hasta en las deportivas y políticas. Muchos - como mi padre -, ya no viven; otros, regresaron a España, y cientos de miles somos los que enraizamos definitivamente.
Como dije anteriormente, una gran mayoría triunfó gracias a su trabajo, pero, al día de hoy, hay unos diecisiete mil españoles en la Argentina cuyo nivel de ingresos, a través de su pensión o jubilación, es inferior a los mil novecientos cincuenta y siete pesos con noventa centavos ($1.957,90) al mes - durante el corriente año - o fue menor a mil setecientos setenta y nueve pesos con noventa y cuatro centavos ($1.779,94) durante el año anterior. Todos ellos reciben una pensión no contributiva del estado español, para que con la misma puedan llegar a esa cifra, por cierto bastante escasa para vivir.
Es decir, España a cada uno de esos ciudadanos, les da una paga trimestral compensatoria para que, al día de hoy, no haya un sólo español en la Argentina que cobre menos de ($1.957,90) y en algún caso ($1.779,94) - cifras reitero mensuales-. Esta compensación la abona el estado español en cheques en dólares estadounidenses a cada uno de los beneficiarios. El monto de los mismos - como resulta fácil deducir - daría como gran promedio estimativo, unos doscientos cincuenta dólares trimestrales. Este beneficio que el estado español concede a todos sus residentes en el mundo, hasta ahora era percibido por los beneficiarios en la moneda remitida, es decir dólares estadounidenses. A partir de la aplicación de la Comunicación A5318 del Banco Central de la República Argentina - hace aproximadamente dos meses -, el importe de esos cheques, obligatoriamente, es entregado en pesos argentinos al tipo de cambio del momento.
Ni yo ni nadie de mi entorno familiar percibe esta ayuda de España. Hecha esta aclaración, no me voy a poner a juzgar aquí la política económica y/o cambiaria del actual gobierno argentino; sí manifiesto mi total disconformidad con esta medida que considero arbitraria, confiscatoria y absurda. Arbitraria, porque el estado argentino interviene en una relación entre un ciudadano extranjero y dineros que le son remitidos por una nación diferente a la Argentina, no existiendo contravención en el pago que se realiza y privando al beneficiario del libre derecho de decidir que hacer con un bien privado. Confiscatoria, porque ese dinero no proviene de recursos argentinos, sabiendo además todos, que el importe que se entrega en pesos sufre - por efecto de un tipo de cambio irreal - una depreciación de aproximadamente un cuarenta por ciento. Y finalmente es absurda la medida, porque castiga a los ya castigados y, con los números que estamos exponiendo, creer que con estos valores se puede modificar, aunque sea, mínimamente la economía de un país, es como creer que sacando agua con un balde podremos secar el Río de la Plata.

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