domingo, 6 de mayo de 2018

BOCHORNO Y TRISTEZA EN EL STAND DE GALICIA EN LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES


El viernes concurrí a la feria del libro a un acto homenaje a Eduardo Blanco Amor y también, con la intención de entrevistar al Conselleiro de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria  de la Xunta de Galicia. Concluido el acto, me dirigí  al jefe de gabinete del Conselleiro, el señor Pablo Ferradás, quien se mostró esquivo argumentando que el Conselleiro no tenía tiempo y que al día siguiente, a las seis de la mañana, partían hacia Montevideo, mi argumento de que sería la primera vez que el Conselleiro no me concedería una nota fue en vano. Me dirigí entonces al stand de la Xunta de Galicia donde me encontré con un equipo de la televisión gallega que aguardaba entrevistar al ilustre visitante. Sumamente solícito, se prestó a la entrevista y, una vez finalizada ésta , me acerqué al señor Román Rodríguez, quien nerviosamente, eludía mi ofrecimiento, hasta que ocurrió lo siguiente: Audio de 7 segundos

El Conselleiro decía “xa fixen”, ya  hice, se refería a declaraciones, mientras se apartaba de mi. El contraste de su comportamiento con la colega de la TVG era notable. No obstante, su hombría de bien hizo que accediese a responderme , muy nerviosamente, acerca del cuadro “A derradeira leición do mestre” que próximamente viajará a Galicia. Escuchamos el audio de 48 segundos: 

El nerviosismo del señor Rodríguez queda expuesto cuando no sabe decirme hasta cuando estará el cuadro en exposición pese a que se lo apuntaba el señor Anxo Lorenzo, secretario de Cultura. Con la proximidad permanente de los señores Lorenzo y Ferradás, formulé la pregunta desencadenante de lo que considero bochornoso y triste final.  Escuchamos el audio de 18 segundos:

El tema que indudablemente tenía en vilo a los tres era una posible pregunta acerca del Centro Gallego, sólo pregunté quien había convocado la reunión que al efecto se realizó en la Embajada de España, el señor Conselleiro depositó su mano sobre el grabador en clara señal para que lo apague, mientras el señor Ferradás me lo pedía en voz baja avalado por el señor Lorenzo.
Como se escuchó, interrumpí la grabación inmediatamente, el respeto que siento por estas tres personas así lo requería.
Resulta indudable que el señor Conselleiro recibió, no creo que orden, más bien una sugerencia -recomendación para que no me concediese  nota alguna.
Empieza él escudándose en que ya había hablado con la prensa, argumento desvirtuado, con su presencia inmediatamente anterior, ante la cámara de la TVG; lo que, de cualquier modo, jamás fue impedimento en años anteriores para realizar notas. La excelente relación que siempre tuve con el Conselleiro y sus colaboradores, permitió que no hace mucho tiempo realizásemos un reportaje telefónico al aire, desde Galicia, en este mismo programa; donde el señor Rodríguez siempre fue tratado con el mayor respeto y consideración, bien ganados además, de su parte . 
El rechazo del Conselleiro se suma a las anteriores negativas del secretario de  la Emigración de la Xunta de Galicia, Antonio Rodríguez Miranda, del embajador del Reino de España, Francisco Javier Sandomingo Núñez y del consejero de Empleo y Seguridad Social de la misma embajada, José Luis Mira Lema. Evidentemente, mi insistencia en el tema  OSPAÑA y el Centro Gallego, del que nuevamente hablaré hoy en mi comentario editorial, resulta altamente  urticante  para algunos funcionarios de los gobiernos de España y Galicia, de los que, sin duda, salió la cobarde bajeza de impeler al señor Román Rodríguez y sus colaboradores a que asuman una actitud  que, no dudo, les provoca una enorme vergüenza y desazón.
Me siento triste, porque, pese a no tener nada que reprocharle  al Consejero ni a sus colaboradores, -entiendo absolutamente su situación, se impuso la maldad- nuestras relaciones ya no serán las que fueron.
A los infames calumniadores, que no respetan ni a sus propios compañeros, al exponerlos a una situación tan desagradable, les digo: Soy un periodista independiente que, no habiendo hecho el servicio militar, sólo empuñé en mi vida dos armas, la cámara de fotos y el micrófono. Éste me permite formular preguntas que sólo asustan a los cobardes y malandras, jamás a las personas de bien, porque la importancia no está nunca en las preguntas sino en las respuestas. Su vileza es tan grande que, además de no atreverse a enfrentar una pregunta,  meten en su estercolada ciénaga a personas que no lo merecen.



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